El iceberg más famoso de la historia, probablemente sea el que la noche de 14 al 15 de abril de 1912 truncó la primera travesía del Titanic desde Southampton a Nueva York. En 1921, la isla de Sálvora marcó el destino del vapor Santa Isabel, pocos años después de haber sido botado.
El buque español de la Compañía Transatlántica había partido de Pasaia con rumbo a Cádiz, desde donde irían los emigrantes que llevaba a América del Sur, en busca de una vida mejor.
En A Coruña inició su última singladura hacia Vilagarcía de Arousa. Debido al fuerte temporal, al enfilar el canal de entrada a la ría, fue arrastrado hacia la citada isla. La mala fortuna hizo que colisionara con la costa y fuera empujado contra los bajos de las piedras llamadas Pegar, al pie del faro, poco antes de las dos de la madrugada del dos de enero.
Pese a que el buque tenía ocho botes salvavidas, apenas tuvieron tiempo de poner a flote dos, ya que se destrozó casi enseguida debido a la mucha mar, hundiéndose con gran rapidez y velando al poco tiempo solamente la toldilla de popa, la chimenea y el palo de proa.
Hasta las cuatro de la mañana no se percató Tomás Pagás Chaume, el torrero del faro, del naufragio, pese a los gritos de los pasajeros, los pitidos y las señales luminosas hechas por la tripulación. Fue a dar la voz de alarma a la aldea, pero por desgracia, buena parte de sus habitantes no estaban, pues era Año Nuevo.
Los que quedaban, no lo dudaron. Pese al temporal, se lanzaron al mar con las dornas, para auxiliar a los náufragos. José Parada García, Francisco Oujo Lema y Manuel Caneda Crujeiras consiguieron remolcar el bote número 8 con la ayuda de otras dornas, una tripulada por tres mujeres, María Fernández Oujo, Cipriana Oujo Maneiro y Josefa Parada Crujeiras, y la otra por Cipriana Crujeiras Reiris y José Oujo Lema.
Cuando dos vecinos de Sálvora dieron la noticia al ayudante de Marina de Riveira a las 10.30 de la mañana, varias embarcaciones se pusieron bajo sus órdenes para acudir al salvamento. Pero ya era tarde. De las 266 personas que iban a bordo, únicamente se salvaron 26 tripulantes y 27 pasajeros, entre ellos el capitán Esteban García Muñiz, quien sobrevivió al agarrarse a una tabla.
El reconocimiento popular y los homenajes hacia todas las personas que participaron en el rescate fue unánime, pero especialmente se centró en la actuación de las mujeres. Según el alcalde de Riveira, éstas, sin temor a perecer en el accidente de mar, se arrojaron en las dornas y chalupas contra las rompientes de la isla efectuando un sinnúmero de salvamentos, siendo un milagro que salieran indemnes de las faenas que ejecutaron.
Las autoridades del Gobierno tardaron algo más en considerar la hazaña. En un primer momento únicamente se publicó en el Diario Oficial del Ministerio de Marina del 4 de noviembre de 1921 el agradecimiento a las personas por su laudatorio y humanitario proceder en el salvamento de los náufragos del trasatlántico.
Gracias a la intercesión de Pedro de Seoane Varela, diputado por A Coruña en el Congreso de los Diputados, el Ministerio de Marina concedió la Cruz de Plata del Mérito Naval con distintivo rojo a un nutrido grupo de mujeres. Entre ellas estaban las heroínas de Sálvora, que con grande riesgo de sus vidas se distinguieron en el salvamento del mencionado bote número 8, pero también otras, que recibieron esta condecoración por varios motivos: Francisca Crujeiras Reiris, Manuela Romano, Elvira Pérez Ayazo y Cristeta Arias García por atender a los supervivientes en la isla; Francisca Martínez Rejo por alojar a tres náufragos; Encarnación Colomer, Josefa Sendón, María Fernández de Picher y Joaquina Colomer de Ferrer por vestir a varios supervivientes en Riveira, por cuenta propia; y Estrella Lijó Castro y María Romay Ruiz porque condujeron cadáveres al cementerio, cuando no había hombres disponibles.
Casi tres años después de la tragedia, el Ministerio de la Gobernación concedió la Cruz de Beneficencia de 3ª clase con distintivo blanco y negro a los hombres y a las mujeres que rescataron el famoso bote, al segundo oficial Luis Cebreiro López, quien salvó de una muerte segura a treinta personas, así como a los dos ancianos que arriesgaron su vida para procurar ayuda en Riveira, Juan Fernández y Juan Parada.
La Sociedad Española de Salvamento de Náufragos también premió al segundo oficial con la Medalla de Oro, así como la actuación del alférez de fragata Gabriel Basterrechea Udadondo, ayudante de Marina de Riveira, y la de Antonio Callón Sampedro, el marinero de una de las motoras que acudió a recoger a los náufragos.
¿Qué ocurrió con los restos del buque? La Compañía Transatlática se los dejó a la aseguradora, que vendió a Secundino P. Pardiñas, vecino de Muros, el casco, máquinas, efectos y pertrechos del vapor, además de los efectos salvados, pertenecientes al buque, en el estado y sitio en que se encontraba todo.
Corrieron ríos de tinta en la prensa sobre la gesta, incluso los escritores gallegos también se hicieron eco de ella. Dentro de poco habrá una película sobre las mujeres de Sálvora que contribuyeron al auxilio de los náufragos del Titánic gallego, hace ya casi un siglo.
En el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (Viso del Marqués) se custodia la documentación relativa al siniestro que generó el Ministerio de Marina, la recompensa a las heroínas, así como la de otros naufragios que han tenido lugar en las costas españolas.
Puede ponerse en contacto con nuestro equipo si está interesado en ampliar esta información.
Para saber más, recomendamos consultar:
Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán
Vida gallega: ilustración regional. Año XIII Volumen X Número 163- 20 de xaneiro de 1921
Fernández Pazos, X.M. Sálvora memoria dun naufraxio. A traxedia do Santa Isabel. Santiago de Compostela. 1998.
Casas Gil, Pilar (coord.). O Santa Isabel. Emigración, traxedia e heroísmo. A Coruña, 2015.
Las citas literales que se recogen en la entrada del blog se encuentran en los artículos recogidos en este catálogo de la exposición celebrada en 2015, donde consta la referencia concreta a las fuentes documentales.
Váquez Lijó, José Manuel. Sálvora (1321-1833). Actividades cinegéticas y pecuarias en una isla despoblada. Madrid, 2015
Filmografía:
La aventura del Poseidón. Ronald Neame. 1972
Titanic. James Cameron. 1997
La tormenta perfecta. Wolfgang Petersen. 2000
La vida de Pi. Ang Lee. 2012
Últimas entradas
El testimonio del timonel francés Maffiotte sobre la batalla de la Poza de Santa Isabel
El cancionero popular gaditano recogió en esta letrilla la batalla naval de la Poza de Santa Isabel, un hecho bastante desconocido de las guerras napoleónicas.
Otros cautivos de Argel
La intrépida hazaña de Juan Bautista Areco, cautivo de Argel, quien como Cervantes desafió su encierro construyendo un barco clandestino con otros prisioneros para escapar hacia la libertad
Motín en Burgos contra un ahorcamiento
El 17 de diciembre de 1668 un alboroto inesperado sacudió a la ciudad de Burgos. Una ejecución en horca conmovía las conciencias de los burgaleses, despertaba en ellos sentimientos de compasión y los impelía a un levantamiento popular contra la forma cruel en que se...
Fray Alberto, el arquitecto de los nichos sepulcrales del Palacio del Marqués de Santa Cruz
Una de las joyas artísticas que atesora la población ciudadrealeña del Viso del Marqués son los nichos sepulcrales que ornamentan los jardines del Palacio del Marqués de Santa Cruz. Fueron diseñados por fray Alberto de la Madre de Dios (Santander, 1575 - Pastrana,...
Ramón Piñón no merecía la muerte
En los combates navales hubo muchos héroes anónimos. Nadie contó jamás su historia. Sus protagonistas ni tenían apellidos conocidos, ni pertenecían a una ilustre estirpe. Sin embargo, algunas acciones singulares corrieron mejor suerte. Como la de Ramón Piñón, escrita...
La última erupción del Krakatoa
El 27 de agosto de 1883 se publicó en una gaceta el telegrama que el gobernador de la India holandesa envió a Singapur: Erupciones volcánicas extraordinarias en el estrecho de Sonda. No debe confiarse en las cartas. Los faros destruidos. Dad publicidad. Admiral Van...