Elaborar un árbol genealógico es una tarea lenta pero gratificante, que nos puede aportar sorprendentes datos sobre nuestros antepasados
Cada vez son más las personas que se animan a bucear en los documentos de los archivos en busca de sus orígenes, incluso son muchos los que publican su árbol genealógico en MyHeritage, Geneanet o páginas similares para encontrar parientes lejanos, lo que podemos incluso compaginar con los estudios recientes de ADN.
La elaboración de un árbol genealógico parece en principio sencilla, pero realmente es meticulosa y laboriosa. El avance de la investigación depende principalmente de la suerte. En primer lugar, es necesario que se conserven los libros parroquiales en los que deberíamos encontrar las partidas sacramentales o los asientos del Registro civil. También influyen el volumen y calidad de los datos ofrecidos en los documentos, los horarios y accesibilidad de los archivos o la existencia de índices alfabéticos en los libros (más corrientes en los siglos XIX y XX).
Llegar hasta principios del siglo XIX no debe resultar difícil, sobre todo porque el número de personas a investigar no es excesivo. Todos tenemos 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos y 16 tatarabuelos pero, más allá de estos familiares, la investigación se complica irremediablemente. A partir de aquí, el número de personas a investigar se va multiplicando por 2 en cada generación. Es decir, de 16 tatarabuelos pasamos a 32 cuartos abuelos, y después a 64 quintos abuelos, y así sucesivamente.
Generaciones | Parentesco | Número de personas | Siglo |
1 | Padres | 2 | XX |
2 | Abuelos | 4 | XX |
3 | Bisabuelos | 8 | XIX-XX |
4 | Tatarabuelos | 16 | XIX-XX |
5 | Cuartos abuelos | 32 | XVIII-XIX |
6 | Quintos abuelos | 64 | XVII-XVIII |
7 | Sextos abuelos | 128 | XVII-XVIII |
8 | Séptimos abuelos | 216 | XVII-XVIII |
9 | Octavos abuelos | 432 | XVI-XVII |
10 | Novenos abuelos | 864 | XVI-XVII |
11 | Décimos abuelos | 1728 | XV-XVII |
12 | Undécimos abuelos | 3456 | XIV-XVII |
Un hándicap importante es que los datos que se ofrecen en los documentos son más escuetos según vamos avanzando en la investigación. Los criterios del sacerdote que anotaba la partida pueden ser diferentes. Los hay desde los que indican los abuelos, su procedencia y ocupación hasta los que solamente ofrecen el nombre de los padres con un solo apellido, por lo que es necesario completar los datos de los libros de bautismos con los de matrimonios para poder avanzar.
Otro obstáculo lo encontramos en la letra con la que están escritos los documentos. Con anterioridad al siglo XVII la grafía se complica y se hace necesario tener conocimientos de Paleografía. Al mismo tiempo, es frecuente encontrar libros en mal estado de conservación, deteriorados por humedades y otros factores. Otro posible inconveniente es que, en muchas localidades, existía un número superior de parroquias, por lo que son más los libros a consultar.
También obstaculiza la investigación la variedad de orígenes de las personas investigadas, lo que nos obliga a tener que ampliar el número de archivos visitados. En contra de lo que se ha dicho, la sociedad de la Edad Moderna no era tan estática como se pensaba. Es frecuente que se casaran personas de diferentes poblaciones, tanto cercanas como de regiones distantes.
No obstante, a pesar de estas dificultades, el hecho de que el número de ancestros sea tan voluminoso no es del todo malo, pues hace posible que alguno de nuestros antepasados fuera noble, lo que podría permitirnos, con un poco de suerte, conocer nuestros orígenes más allá del siglo XVI a través de los pleitos de hidalguía, conservados en los archivos de las Chancillerías de Granada y Valladolid. Así que es posible remontarnos a los siglos medievales, conociendo antepasados conversos y hechos asombrosos.
En cuanto a las páginas de genealogía que he citado antes, hay que decir que sí son útiles para avanzar en la construcción de nuestro árbol, puesto que lo que ha publicado un pariente lejano nos puede ahorrar mucho tiempo, incorporando de forma automática sus investigaciones a las nuestras. No obstante, tenemos que tener cuidado con los posibles datos erróneos. En el caso de Geneanet, su uso es gratuito y tenemos un número ilimitado individuos a publicar. En el caso de MyHeritage solamente podemos publicar a 250 ancestros en la versión gratuita, a partir de aquí tenemos que pagar, lo que llama la atención ya que, al fin y al cabo, se están aprovechando de nuestras investigaciones.
Lo verdaderamente útil si utilizamos una página de este tipo es que existe un formato xml de intercambio de datos denominado GEDCOM[1], que nos permite importar y exportar nuestro árbol desde cualquiera de estas páginas, lo que sin duda favorece la conservación de la laboriosa investigación realizada.
Es interesante mencionar los recientes estudios de ADN, que pueden resultar útiles para conocer parientes lejanos que se hayan hecho la misma prueba. Aunque la idea es sugerente, lo cierto es que la inmensa mayoría de los usuarios no han realizado su investigación genealógica, por lo que conocer que compartimos una cadena de cromosomas no va a servirnos para avanzar en nuestra investigación sobre nuestros ancestros.
Finalmente, la contratación de profesionales para realizar una investigación genealógica sí es una opción recomendable, puesto que conocen a la perfección las fuentes documentales en las que se encuentran los datos.
[1] Las siglas GEDCOM refieren a GEnealogical Data COMmunication, o comunicación de datos genealógicos. Fue creado en 1985 y es administrado aún por sus creadores, el Departamento de Historia Familiar de la Iglesia de Jesucristo de los Ultimos Días.
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